«Hay una ideología real e inconsciente que unifica a todos, y que es la ideología del consumo [...] El consumismo es lo que considero el verdadero y el nuevo fascismo» Pier Paolo #Pasolini
Hoy se cumple un nuevo aniversario del asesinato de Pier Paolo Pasolini, comunista, poeta, cineasta y uno de los intelectuales más lúcidos y temerarios del siglo XX.
Su muerte fue también un mensaje: la voz que se atreve a desnudar el poder, aunque provenga del propio campo popular, siempre resulta insoportable para el orden establecido.
Pasolini entendió como pocos que el fascismo no desapareció con la caída de Mussolini, sino que se transformó en una forma de civilización. Denunció que el capitalismo había sustituido la represión visible por la domesticación cultural, que había cambiado el látigo por la publicidad, y la violencia física por una violencia más profunda: la colonización de la conciencia, la disolución de las identidades populares, el vaciamiento del pensamiento crítico.
Sus películas y escritos no fueron ejercicios estéticos, sino intervenciones políticas en el terreno simbólico. Accattone, Teorema o Saló no son obras sobre la marginalidad o la perversión, sino sobre la degradación material y moral que produce el capitalismo cuando lo consume todo, incluidos los cuerpos y el lenguaje.
Pasolini fue un comunista heterodoxo, pero profundamente fiel a la tradición marxista: comprendió que la lucha no se libra solo en las fábricas, sino también en la cultura, en la educación, en los medios, en la forma en que una sociedad produce y reproduce sus ideas.
Su análisis anticipó lo que hoy llamamos la guerra cultural o la batalla por la hegemonía. Por eso sigue siendo incómodo. Porque nos obliga a reconocer que el capitalismo no solo expropia los medios de producción, sino también los medios de significación, transformando el pensamiento en mercancía y la cultura en anestesia.
Pasolini no buscaba consuelo: buscaba verdad. Y en esa búsqueda, su comunismo fue un acto de rigor moral, de resistencia frente al conformismo de los satisfechos, de defensa de la dignidad frente a la corrupción del deseo.
Hoy, su palabra sigue siendo una advertencia: cuando el poder se vuelve invisible, cuando ya no necesita censurar porque logra que deseemos lo que nos domina, el fascismo cultural ha triunfado.
Pasolini no fue un mártir ni un profeta. Fue un intelectual materialista que, hasta el final, pensó contra su tiempo. Por eso su voz sigue viva: porque todavía no hemos salido de esa misma oscuridad que él denunció.
Ni martir ni profeta: #Pasolini
— Carlos Glez. Penalva (@cgpenalva) November 2, 2025
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«Hay una ideología real e inconsciente que unifica a todos, y que es la ideología del consumo [...] El consumismo es lo que considero el verdadero y el nuevo fascismo»
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