jueves, 16 de noviembre de 2023

Israel y la doctrina Dahiya: arquitectura de una limpieza étnica



En 2014, WikiLeaks reveló que la ofensiva brutal de Israel en Gaza fue una acción deliberada, ya aplicada anteriormente, que constituye un crimen de guerra contra los civiles. Un cable de WikiLeaks enviado en 2008 por Tel Aviv al Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., al secretario de Defensa de EE.UU. y al secretario de Estado de EE.UU. revela que los militares israelíes aprobaron y llevaron a cabo un plan de asesinato deliberado de civiles y la destrucción intencionada de sus aldeas en 2006, durante la guerra de Israel contra el Líbano, y que planean utilizar el mismo plan en el futuro. El cable resume la declaración de un general israelí sobre los planes de guerra aprobados, que ya fueron utilizados en el Líbano y que se llevarán a cabo en el futuro, representando una doctrina militar de Israel conocida como la 'Dahiya doctrine'. El nombre de la doctrina se refiere a un barrio civil de Beirut que fue totalmente destruido por Israel en la Segunda Guerra del Líbano.

Israel aplica su doctrina Dahiya cuando asesina intencional y masivamente a los civiles, destruye las poblaciones y utiliza desproporcionadamente la fuerza, lo que constituye un castigo colectivo a un pueblo y un crimen de guerra. Según esta doctrina, las aldeas pacíficas son consideradas 'bases militares'. La matanza de civiles y la destrucción de la infraestructura pública, ya sea en el Líbano o en Gaza actualmente, no son errores accidentales; se llevan a cabo a propósito, constituyendo un acto flagrantemente ilegal bajo las Convenciones de Ginebra. Israel ataca a Gaza con fuerza desde el aire, mar y tierra con la intención de borrar a los civiles y destruir Gaza.

El 13 de octubre, cinco días después del ataque de Hamás a Israel, WikiLeaks reveló un documento de la inteligencia israelí en el que se detallaba un plan para forzar el traslado de miles de palestinos de Gaza hacia el desierto del Sinaí.El documento prevé un proceso de tres etapas que incluye el establecimiento de “ciudades de tiendas de campaña en el Sinaí [Egipto]” y la apertura de un corredor humanitario, seguido de la construcción de ciudades en el norte del Sinaí desde las cuales no habría “retorno a Gaza", relataba el portal informativo a través de su cuenta en Twitter. En concreto, el documento recomienda realizar una campaña para los ciudadanos de Gaza que "los motivara a aceptar el plan" y les obligara a renunciar a sus tierras. "Los mensajes deberían girar en torno a la pérdida de la tierra, es decir, dejar claro que ya no hay ninguna esperanza de regresar a los territorios que Israel ocupará en un futuro próximo, sea cierto o no” sentenciaba.

Resumidamente, el plan consiste en primer lugar en movilizar a la población hacia el sur de Gaza y desalojar la parte norte (el 8 de noviembre, uno de cada tres edificios en el norte de Gaza ya estaba destruido o dañado por los bombardeos. El Ejército de Israel había lanzado más de 18.000 toneladas de explosivos desde el 7 de octubre). La primera fase del plan filtrado por WikiLeaks de la inteligencia israelí está terminada hace tiempo. La creación de Israel fue un proceso violento que implicó la expulsión forzosa de cientos de miles de palestinos de su tierra natal en 1948. En 2023 se repite la historia.

En segundo lugar, las operaciones terrestres secuenciales del norte al sur de Gaza. Esta es la fase en la que estamos ahora. Incursiones terrestres, corte de comunicaciones y bombardeos localizados. Con la incursión terrestre llega la incomunicación total. Se cortan las líneas de teléfono e internet, y se cortan las comunicaciones a periodistas y servicios médicos de urgencia o de rescate, quedando incapacitados, cuando no directamente son asesinados por el ejército israelí. Desde el 7 de octubre, 41 periodistas han muerto en la guerra que Israel ha impuesto en Palestina. 2,3 millones de habitantes quedan aislados del mundo exterior.

Los bombardeos israelíes más violentos de esas fechas se concentraron en las zonas alrededor de dos hospitales, Al-Shifa en la ciudad de Gaza y el hospital llamado "Indonesio". Lugares estratégicos esenciales para la vida de los ciudadanos. El 14 de noviembrela invasión sigue su curso. La ciudad de Gaza está cercada. Los hospitales están cercados y se impide incluso enterrar a los muertos. La tercera fase reflejada en el informe filtrado por WikiLeaks consiste en dejar abiertas las rutas a través de Rafah. Esta fase comenzará cuando no quede rastro de Hamás y Egipto no tenga más remedio que asumir el flujo de refugiados forzosos. Poco hay que decir. Israel también ha bombardeado ese paso también. En solo 30 días, el genocidio de Israel sobre la Franja de Gaza ha provocado más muertos que el conflicto en Ucrania en 18 meses.

El documento resalta que el traslado "produciría resultados estratégicos positivos a largo plazo" e indica que será necesario movilizar a los países del mundo, y principalmente a Estados Unidos, para implementar esta medida. Pero, como recordaba el periodista venezolano Daniel Sequera de Misión Verdad sobre Rodolfo Walsh, "Israel es Occidente, y en Occidente la mentira circula como verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible". Y estamos a las puertas de esa insostenibilidad.

A Israel se le acaba el tiempo y la resistencia palestina en la Franja de Gaza ha resultado ser superior a lo calculado, situando a Israel en un escenario que dibuja una posible derrota estratégica, análoga a la que está comenzando a mostrarse en Ucrania. Desde que Israel rompiera el 7 de octubre los Acuerdos de Abraham firmados en 2020 en la Casa Blanca, un acuerdo histórico que sentaba las bases para avanzar en la paz en la región del Oriente Medio, Israel cuenta ya con más de mil bajas de soldados israelíes, que van en aumento cada vez que intentan entrar en Jabalia. Una guerra terrestre en espacio urbano que obliga a salir de los acorazados y quedar descubiertos en un territorio conocido y dominado por las fuerzas de resistencia palestina. Beit Hanoun y Beit Lahia son la primera línea de defensa del centro de la ciudad. Cuanto más avanza el ejército israelí hacia las zonas residenciales, más se ven forzados sus soldados a desembarcar de sus vehículos y mayores son las posibilidades de que mueran bien por fuego palestino, o bien por fuego "amigo" de sus propias tropas.

La operación militar sionista está comenzando a mostrarse como un éxito en términos genocidas, pero un rotundo fracaso militar, en base a sus objetivos, al encontrar detenido su avance militar por tierra. Las escenas de tanques detenidos en pleno casco urbano son imposibles de ver en un ejército profesional, al que se suman las altas bajas que se están produciendo en sus filas. Esta situación comienza a trasladarse a la esfera de la política pública y las contradicciones en el relato del propio Gobierno israelí son evidentes. Mientras Netanyahu repite una y otra vez que "Controlaremos Gaza a toda costa", el ministro de Defensa israelí dice que la batalla es difícil y complicada.

La administración norteamericana se enfrenta a un dilema: mientras ofrece respaldo político, diplomático y militar a Israel, tiene que intentar frenar los excesos de un ejército israelí que avanzó imprudentemente sobre Gaza bajo la promesa de una rápida victoria y que ignoró repetidamente las advertencias, suponiendo una seria posibilidad de que la guerra se desborde, convirtiéndose en un conflicto regional en el que Estados Unidos ya no tiene ni tan siquiera la capacidad de conseguir el beneplácito árabe.

Para convencer, como señalaba el documento israelí filtrado por Wikileaks, al pueblo palestino de no hay esperanza de que vuelvan a su tierra es necesario primero echarla de ella, y eso no parece que vaya a ser tan sencillo como alguien pintó sobre el papel. El palestino es un pueblo al que ya no le queda más por perder que la vida, y esa es, parafraseando a Diego Sequera, la definición más desnuda de resistencia.

 

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Una colaboración en el espacio "Desde Cuba" de Radio Habana Internacional junto a Roberto Bastidas.

Un tábano llamado Penalva: Análisis crítico del presente y contra la guerra cognitiva

viernes, 10 de noviembre de 2023

Leviatán: economía genocida (de de la continuación de la política israelí por otros medios)


Carlos González Penalva

[Una colaboración en el espacio "Desde Cuba" de Radio Habana Cuba Internacional junto a Roberto Bastidas el 8 de noviembre de 2023]

Decía Clausewitz que «La guerra no es simplemente un acto político, sino también un instrumento político real, una continuación del comercio político, una realización del mismo por otros medios». La operación genocida desatada por Israel contra el pueblo palestino es una guerra absoluta – término acuñado por el militar prusiano - una guerra idealizada (a través de la idea de una cruzada religiosa del sionismo) en la que se busca el aniquilamiento total del enemigo. Como decía Lenin la política es una expresión concentrada de la economía, y la guerra, pues, está estrechamente vinculada a las contradicciones económicas del capitalismo. Los grandes capitales dependen en gran medida de la energía barata, y por eso los grandes inversores están nerviosos ante la posibilidad de que se encarezca. Ellos buscan maximizar sus beneficios con el menor gasto posible, y esto condiciona la respuesta internacional ante el papel del sionismo en Oriente Medio y el genocidio del pueblo israelí, donde se concentran las principales fuentes de energía de la región, con el el aumento de los precios de la energía desde el conflicto de Ucrania como telón de fondo. Las razones religiosas o históricas del régimen teocrático de Israel son tan solo pretextos, justificaciones ideológicas. No les importa si las víctimas son judíos o palestinos; solo les importa el dinero. «¡Es la economía, idiotas!» clamaba James Carville, asesor de Bill Clinton, durante las elecciones presidenciales estadounidenses de 1992. Matar niños no es más que una forma de eliminar consumidores potenciales, porque reduce sus costos a futuro. 


Más allá de las causas históricas, religiosas y políticas que alimentan los discursos genocidas de Israel y sus socios necesarios existen también intereses energéticos y económicos que influyen en el escenario regional y en las posiciones de los actores internacionales en relación a ellos. La escalada de violencia genocida perpetrada por Israel contra La Franja de Gaza tiene nombre: el gran campo de gas Leviatán en la costa Palestina, uno de los mayores yacimientos de gas natural del mundo, descubierto en 2010. El campo de gas Leviatán se extiende por unos 800 kilómetros cuadrados y contiene unos 620 mil millones de metros cúbicos de gas natural, lo que equivale a unos 10 años de consumo de toda la Unión Europea. Su explotación por el consorcio de la empresa estadounidense Noble Energy y la israelí Delek Group comenzó en diciembre de 2019 e implica no sólo la explotación de territorio palestino, sino que además viola la soberanía marítima de El Líbano. En 2012 Netanyahu le dio connotación estratégica al mencionado campo: «El gas natural es un activo estratégico para el futuro económico del Estado de Israel». En la actualidad, la necesidad mundial por los hidrocarburos se materializa en una oportunidad para la actual administración israelí. 


Si observamos el mapa de Gaza y seguimos la ruta del ataque de la invasión israelí, veremos que se trata de una línea recta que lleva hasta la costa donde se encuentra Leviatán. Para el mando israelí, esto representa una gran oportunidad para salir de una situación complicada, al eliminar, por una parte, los puertos libaneses que ya han sido destruidos y, por la otra, arroja luz sobre las partes involucradas, sus intereses y la guerra contra Siria, que ha permitido a las compañías petroleras internacionales hacerse con la mayoría de los yacimientos petrolíferos en Siria. Esta estrategia busca mantener el puerto de Latakia, el principal puerto marítimo en Siria, en un estado de caos. Latakia se encuentra en la costa del Mar Mediterráneo y es una pieza clave en esta situación. Todo esto deja a Leviatán como el último recurso por explotar. Por otro lado, el puerto de Haifa se destaca como el puerto más grande de los tres principales puertos marítimos internacionales de Israel. 

Cualquier conflicto en en la región a provocado históricamente un aumento de los precios del petróleo derivado de la amenaza de recortes de producción en la región. Uno de los principales temores de la administración Biden radica que en la decisión visceral y precipitada de Israel de entrar vengativamente en Gaza se desencadene una guerra regional, como ya empiezan a apuntar los últimos acontecimientos, y cuyas consecuencias rebasen los cálculos estadounidenses así como el mismo el riesgo de un fracaso israelí que provoque la perdida del control de EEUU sobre la zona. Pero el mayor miedo es que todo confluya junto a Ucrania convirtiéndose en una sola gran crisis geopolítica y energética mundial. 


Israel es un país que carece de recursos energéticos propios y que depende en gran medida de las importaciones. Según el Banco Mundial, Israel importó el 98% de su energía primaria hasta 2019, principalmente desde Egipto, Jordania y Azerbaiyán. En marzo de este año, el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu se ofrecía a Italia ayudarles a convertirse en el principal centro energético para el suministro de energía hacia Europa: «pensamos exactamente eso y tenemos reservas de gas que ahora estamos exportando y nos gustaría acelerar más exportaciones de gas hacia Europa a través de Italia». El amplio paquete de sanciones unilaterales contra el sector energético ruso ha supuesto que los mercados globales de hidrocarburos hayan sufrido fuertes cambios debido a que se frenaron, principalmente, los flujos gasíferos hacia la Unión Europea (UE), región es dependiente en gran medida de esos recursos oriundos del país eslavo. 


La energía es un elemento clave para entender la dinámica del capitalismo global y sus implicaciones políticas, sociales y ambientales, y cuya industria, según datos de la Agencia Internacional de la Energía, consume el 87% de la producción mundial. Hablar del capitalismo es hablar de un modelo económico y productivo que se sustenta en la acumulación de capital y la maximización de beneficios, lo que implica una explotación intensiva de los recursos naturales y una externalización de los costes ambientales y sociales. Estos conflictos por el gas se suman a los ya existentes por el petróleo, un recurso estratégico que ha marcado la historia de Oriente Medio desde el siglo XX. La región alberga las mayores reservas mundiales de crudo, lo que la convierte en un escenario clave para la seguridad energética global. 


El campo de gas Leviatán y el corredor IMEC emergen como factores destacados en el contexto de la actual operación sionista contra la población palestina. Esta ofensiva busca consolidar el control de la Franja de Gaza como parte de un enfoque genocida con el propósito de dominar la costa palestina. El objetivo final es gestionar los recursos naturales y, en consecuencia, las rutas comerciales. Con numerosos intereses en juego y un mercado global en proceso de reconfiguración, es evidente que este conflicto geopolítico está destinado a extenderse y establecer nuevas pautas comerciales de dominio en la región, especialmente en lo que respecta a los recursos energéticos tan vitales en esta área estratégica global.