Cuba rubrica un 2023 con un decidido impulso a su agenda diplomática internacional, centrando sus esfuerzos en la construcción del diálogo y la cooperación entre naciones en un contexto internacional marcado por conflictos bélicos y la agenda injerencista y expansionista de la política de Estados Unidos y sus aliados y colaboradores necesarios.
Después de participar en la Cumbre de la CELAC-UE, la
cumbre de los BRIC en Sudáfrica y organizar la Cumbre del G77 y China en La
Habana, bajo la Presidencia de dicho grupo, el presidente Díaz-Canel anunció a
finales de noviembre su participación en la COP28 y visitas a Catar e Irán.
El pasado 1 de diciembre dio inicio la Cumbre del Cambio Climático
de las Naciones Unidas (COP28) en Dubái, con la presencia de decenas de
presidentes y representantes políticos internacionales. La extensa lista de
participantes ha llevado a la organización a limitar las intervenciones a tres
minutos en dos auditorios simultáneos.
Durante su intervención, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, denunció el genocidio perpetrado a pocos kilómetros en
el territorio palestino de la Franja de Gaza por Israel. A continuación afirmó que Cuba respalda los compromisos
globales para luchar contra el cambio climático, a pesar de que los fondos para
financiar la adaptación y mitigación de sus consecuencias sean a todas luces
insuficientes para las capacidades de los países en desarrollo, y subrayó la
necesidad de apoyar con recursos suficientes las acciones del Sur Global para
cumplir con los objetivos climáticos, criticando la falta de materialización de
los compromisos del mundo desarrollado, que, paradójicamente, promueve la
extracción de combustibles fósiles para luego hablar de cuidar el consumo. Eso
resquebraja la confianza entre las naciones ante la necesaria cooperación
internacional para hacer frente al cambio climático. Como ejemplo, un dato:
Cuba aporta menos del 0,1 % de las emisiones contaminantes globales. El “incumplimiento” por parte de los países
desarrollados de sus compromisos climáticos en base a
sus capacidades y según
responsabilidades es ya una dinámica histórica
que proclama una cosa con la mano izquierda, y ejerce otra bien distinta con su
mano derecha.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, criticó a los países que se benefician con las
guerras y exigió un papel más protagónico de las Naciones Unidas. “Tenemos que volver a creer en el multilateralismo”.
Es inexplicable que la ONU, a pesar de sus esfuerzos, sea incapaz de mantener
la paz, simplemente porque algunos de sus miembros se benefician del negocio de
la guerra y la muerte. Lula recordó que solo el año pasado el mundo gastó más de 2.000 millones
de dólares en armas, una cantidad podría invertirse en la lucha contra el
hambre y el cambio climático. “¿Cuántas
toneladas de carbono emiten los misiles que cruzan el cielo y caen sobre
civiles inocentes, especialmente niños y mujeres hambrientas?”, preguntó. La
desigualdad como barrera para la protección de los recursos naturales, el 1% más rico del planeta emite la misma cantidad de carbono que el
66 % de la población
mundial.
El secretario general de la ONU, António Guterres, por su
parte, ha asegurado que “Los signos vitales de la Tierra están fallando:
emisiones récord, incendios feroces, sequías mortales y el año más caluroso de la
historia. Estamos a kilómetros de los objetivos del Acuerdo de París” y al límite
de poder acotar el calentamiento en 1,5 grados, ha afirmado. Para lograrlo,
necesitamos, en palabras de Guterrés, “liderazgo, cooperación y
voluntad política”, según el líder de Naciones Unidas, que ha
subrayado que la acción
climática puede, además, cambiar la injusticia que
gobierna el mundo.
El viceprimer ministro y enviado de China a la cumbre climática COP28 de Dubái, Ding Xuexiang (Din Shueshian) la crisis
climática “es también una oportunidad para que los diferentes países
trabajen juntos en la promoción del desarrollo ‘verde’” y abogó por que el mundo se enfoque en una
recuperación económica de alta calidad y promover la “colaboración Sur-Sur” para establecer un
sistema “justo y razonable” de
gobernanza global.
En este escenario, aquellos que consideraban a Cuba aislada
ven caer sus argumentos y campañas sobre sus cabezas. La Habana, como expresó la
periodista Rosa Miriam Elizalde, es hoy la capital del Sur Global, de todos
aquellos que aspiran a un mundo nuevo, más justo y equitativo.
Recordemos las palabras de Fidel Castro en 1992, alertando en
la Cumbre de la Tierra: "Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos
haber hecho hace ya mucho tiempo". Como añadió Díaz-Canel: "Ese mañana
ya es hoy y el reloj sigue corriendo.”
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