viernes, 8 de enero de 2010

Continuan los debates entorno a la Paz en el siglo XXI en el Intituto de Relaciones Superiores Raúl Roa en el marco del Seminario Internacional por la

Por Ana Leyva Dehesa / 05-01-2010 / La Habana, Cuba
[ Responsable de Comunicación del Seminario Internacional por la Paz]

La segunda jornada de trabajo del Seminario Internacional por la Paz comenzó con una conferencia ofrecida por Carlos Villán Durán, Presidente de la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La exposición y análisis de Villán se desarrolló sobre la necesidad de considerar la paz como derecho inalienable de los pueblos, basándose para ello en el articulado de la Declaración de Luarca. Con la deconstrucción de tales postulados pautó la importancia de lo contenido en dicho documento y la necesidad de tenerlo en cuenta en posteriores debates y acuerdos durante el Seminario.

A continuación inició la presentación del tercer panel dedicado a las políticas de desarrollo e intervención de Naciones Unidas y Unión Europea. En esta mesa participaron Ronald José Blanco la Cruz, Embajador de Venezuela en Cuba, Juan de Dios Villanueva, miembro de la dirección del Partido Comunista de España (PCE), Francisco Aldecoa, Presidente Internacional del Instituto de Estudios para la Paz y la Cooperación (IEPC) y Teresita Almaguer, investigadora del Centro de Estudios Europeos.

El embajador de Venezuela explicó los aspectos fundamentales del proyecto de integración latinoamericano ALBA y su contraposición a los tratados de libre comercio (ALCA) que sostiene los Estados Unidos con algunos países de América Latina. Argumentó cómo estos últimos representan el irrespeto a la autodeterminación de las naciones en tanto engullen las economías de los estados subdesarrollados, empobreciendo su ya socavada industria y frenando las posibilidades de comercio con el resto de los países de la región y del mundo. Expuso los motivos estratégicos que impulsa este tipo de libre comercio, guiado por la urgencia de controlar las economías latinoamericanas y por ende utilizar este vínculo para ejercer alta presión en las decisiones fundamentalmente políticas de las naciones adheridas a dichos pactos. Ejemplificó así el caso de las bases militares en Colombia como resultado de estas relaciones siendo su objetivo real mantener el control del área bajo la amenaza intervencionista de fuerzas armadas. Por otra parte, analizó la positiva influencia del ALBA en los logros educativos, médicos y comerciales de los países vinculados al proyecto, quedando este como un pacto justo donde las naciones comparten su desarrollo y complementan las posibilidades económicas de cada una para el beneficio de sus pueblos. Al mismo tiempo este proyecto defiende el bienestar de las sociedades latinoamericanas y aboga por la justicia social en todo el mundo. Afirmó además Ronald José Blanco que el ALBA es un proyecto todavía en contrucción que intenta mejorar sus mecanismos de acción e integrar a más países de la región.

El segundo panelista, Juan de Dios, desmontó, desde un análisis historiográfico, la función de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE), evidenciando cómo en ninguno de los casos se tributa al mantenimiento o logro de la paz. El directivo del PCE denunció el falso contrapeso ideológico y social de la UE debido a su absoluto carácter neoliberal, comprobable con elementos de tan sencillo análisis como el apoyo a la política de guerra preventiva, la imposibilidad de los países miembros de crear bancas públicas y las leyes migratorias, siendo la UE un área de libre circulación de mercancías (con las consecuencias que implica) pero no un área de libre circulación de personas. Planteó además el papel que juega la tecnología y la sociedad de información en la creación de opinión pública y costrucción de sentidos que legitimen las decisiones y el funcionamiento del sistema, pues al estar su financiamiento económico en manos de poderes capitalistas, responden fielmente a sus intereses. Fenómeno que se ha manifestado, solo desde el punto de vista bélico, desde la guerra de Vietnam, la guerra de los Balcanes, hasta el conflicto en Irak o en Afganistán y más recientemente en la situación de Honduras, significando esto que la era tecnológica ha implicado más información pero más control de la misma. Para finalizar su intervención, Juan de Dios propuso algunas ideas que se debían considerar en los análisis posteriores: dejar atrás la unipolaridad para recuperar la multipolaridad; tener en cuenta la situación actual de América Latina y la lucha de clases que se desarrolla con esperanza como evidencia de la existencia de alternativas; la necesidad de unificar la lucha por la paz al enfrentamiento con el imperialismo, y pensar en el socialismo como camino hacia el fin de la barbarie. Expresó además, teniendo en cuenta que España asume en 2010 la dirección de la UE, su esperanza de poner fin a la hipocrecía común que tiene dicha comunidad hacia Cuba.

Desde otra posición discursó Aldecoa sobre la UE, proponiendo esta integración como proyecto de paz y el tratado de Lisboa como arma política para el proceso. Argumentó la alternativa que supone la UE dentro de las transformaciones que se producen a escala internacional en las formas de gobernación económica y financiera, debido a su basamento en la soberanía compartida y las políticas comunes que pretenden expandir, a escala global, un nuevo modo de gobenanza que restablezca la regulación frenada por los intereses norteamericanos de desregulación. Explicó así la diferencia entre los diferentes modelos capitalistas, teniendo en cuenta que el europeo permite a la sociedad mediar las relaciones mercancía-estado mientras el estadounidense sigue una línea mercado-sociedad-estado y el asiático desvincula la participación social en el equilibrio mercancía-estado. Defendió la influencia que ha tenido el tratado de Lisboa en la consolidación del modelo europeo pues supone una reforma constitucional en todos los aspectos, incluyendo la puesta en marcha de la diplomacia común como parte de la política exterior de la UE; resultando dicha integración una comunidad que tiene como objetivo mantener la paz y sus valores, y que basada en la doctrina Shuman hace que la guerra resulte estructuralmente imposible.

A continuación Teresita Almaguer convocó a considerar y repensar las abismales diferencias existentes en la historia europea y latinoamericana, y por tanto en los modos de vida, las visiones, las posiciones que afronta cada región. Recalcó la necesidad de una paz con igualdad de derechos y oportunidades mientras recordaba que en algunos casos esa paz debía ser conquistada. Abordó el tema de la seguridad colectiva alcanzada por la UE cuestionando los postulados de dicha comunidad sobre crear la seguridad en los países vecinos; invitó a revisar la ley de trabajo y migraciones conocida como Directiva de Retorno, y la contribución de la cooperación para el desarrollo en la mitigación de la inseguridad social. Analizó las implicaciones que tendría para países subdesarrollados el libre comercio con la UE, siendo esta no un país sino una integración de países altamente desarrollados. Cuestionó además los conceptos democráticos del tratado de Lisboa, siendo estos postulados establecidos a priori que debían ser acatados. Como parte de las conlusiones puso en duda los destinatarios de la paz propugnada por la UE: ¿es la paz del proyecto de la comunidad europea, incluso, para todos los europeos?

Comenzó entonces el debate de los participantes recordando no solo el carácter bélico de la violencia sino el ámbito moral de la misma, en tanto la imposición de una moralidad sobre otra también constituye violación de la paz. Surgieron como propuestas considerar el conflicto colombiano como pretexto principal de Estados Unidos para irrumpir en América Latina; tener en cuenta las propuestas de paz latinoamericanas, además de ver a algunas naciones de la región como economías también emergentes pero bajo el constante asedio norteamericano; acusar a la OTAN como violador de la paz y revisar el funcionamiento del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el mimo aspecto, fundamentalmente la acción de sus cinco miembros permanentes; reafirmar algunos postulados de la Declaración de Luarca, y propiciar, como parte esencial del debate, la construcción de una cultura de paz.

En la intervención final de los panelistas, Juan de Dios afirmó estar en contra del tratado de la UE y el tratado de Lisboa, además de abogar por el cambio del modelo económico y social mundial argumentando que el problema del capitalismo no es el exceso pues tal sistema constituye el exceso mismo