Sobre la supuesta censura en cuba.
Por Carlos González Penalva
Hace unas semanas comenzó el traslado de los servidores de Nodo50 a Suecia (1), se mudaban físicamente los equipos, en furgoneta. El motivo, cuestiones legales y económicas, según informaban en su web. Lo llamativo no es que un “portal” de internet, que aloja a la mayoría de las páginas web de los movimientos sociales de España, se traslade por carretera a otro estado, sino que los nueve servidores (recomiendo visitar la página y ver el nombre de cada uno y su motivación) de Nodo50 no estén en el territorio donde se encuentran la mayoría de sus clientes. Motivos hay varios, el más contundente, la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico (LSSICE). Sin embargo no es una cuestión que pueda reducirse a lo legal. Lo que está en juego cuando hablamos de servicios de la sociedad de la información -y por extensión de las TIC- no son otra cosa que relaciones sociales de producción, de control de la información y de monopolio-manipulación de las telecomunicaciones a escala global –véase el “caso Murdoch”, dónde la lucha por BSkyB se convierte en un espectáculo freaky al estilo News of the World.
¿Y qué son los servicios de la sociedad de la información? Al margen de lo pomposo de la nomenclatura, cuando hablamos de la Inter-Net, no estamos hablando de “nubes”. Hablamos de medios de producción y propiedad de los medios, de relaciones sociales de producción, mercancía-dinero-mercancía, empresarios/as, trabajadores y trabajadoras, de Sociedades Limitadas (S.L) y Sociedades Anónimas (S.A), etc.: En definitiva; de la economía política de la información, la comunicación y la cultura (2). Y es desde la economía política desde donde vamos a enfocar la “censura”; la propiedad de los medios de (producción-reproducción-circulación) comunicación, (la producción social) de la ideología dominante que legitima la manipulación mass mediática y el tráfico de información (la forma mercancía; material e inmaterial) que se comercializa. No vamos a profundizar en esta cuestión, sólo señalar, o recordar, dos obviedades:
- a) La tecnología nunca es neutra, sino un instrumento para. Una tecnología concreta tiene un valor de uso, objetivo, y un valor de cambio “ficticio”.
- b) Quién posee los medios de producción y distribución (empresas de telecomunicaciones en este caso) de los servicios controla, en gran medida, sus usos y sus potencialidades (3).
Isla es un concepto geofísico, no virtual.
Cuba, además de un “sistema” político y social, es una realidad física: una isla. Nos ahorraremos la definición de isla, pero concretamos; no es una cuestión filosófica, es geológica: La isla de Cuba es una extensión de tierra firme roIdeada completamente por una masa de agua. Además, Cuba se encuentra geográficamente en el Caribe, no en América latina o “en la costa este de EE.UU”. El hecho de tener a los EE.UU de vecino y ser una isla tiene cierta importancia para entender el desarrollo de internet en Cuba:
- 1º) Para poder conectarse a una red, evidentemente, se necesita una red física, concreta, “un cable” y localizada en el espacio –dentro o fuera del planeta. La ideología del libre cambio, en el “caso cubano”, parece quedar suspendida; el embargo norteamericano impide al estado cubano esta opción (4).
- 2º) Las conexiones a través de satélite son monopolio de un limitado grupo de empresas y su coste es muy elevado (5). Para el estado cubano esta opción fue la única posibilidad durante años.
Así, con las dificultades señaladas, las conexiones a internet en Cuba han sido una constante fuente de “conflictos”: Por una parte, al tener que pagar por el acceso vía satélite, el estado cubano se veía obligado a limitar el acceso en función de los recursos económicos del país. Por otra, con un servicio muy precario, el gobierno cubano ha tenido que definir prioridades en el acceso (personal sanitario, personal científico-investigador, etc.), lo cual, la ideología dominante a re-interpretado, traducido, y extendido intencionalmente como “censura”(6).
Hasta 2008, las conexiones a internet en Cuba han sido un constante foco de presión empresarial, esa forma de diplomacia que ciertos lobbys practican desde Washington a Bruselas, pasando por Abu Dabi. ¿Qué cambio en 2008? Ese año el Gobierno de Venezuela y el Gobierno de Cuba firmaron un tratado para conectar por cable de fibra óptica ambos territorios desde La Guaira, lo que permite a Cuba (y por ende a Jamaica, Haití y Trinidad y Tobago, etc...) dotarse de la infraestructura necesaria para poder ofrecer una conexión amplía, con limitaciones técnicas, a internet (7). Este convenio no es un acontecimiento aislado, sino que responde a una política estratégica de ambos Gobiernos para garantizar su soberanía nacional frente a los múltiples intereses de la Administración norteamericana en la zona (8).
Pero el “caso cubano” no es una excepción. Cuando comenzó a extenderse el “fenómeno internet” cada estado tomo una serie de decisiones, la mayoría al margen de la ciudadanía, sobre cómo gestionar este “medio”. Un ejemplo, no un paradigma, en el año 2000 Cuba y el estado español compartían un ancho de banda similar (una velocidad y una capacidad de conectividad) de 65 megabytes para descarga y de 124 megabytes para subida. Diferencias: En Cuba el acceso era semi-gratuito, la “factura” la pagaba el estado cubano conectándose vía satélite -como cliente- y redistribuyendo la conexión a los usuarios institucionales. En el estado español, la conexión era a las “redes” privadas; el monopolio Telefónica, ya privatizado, distribuía la conexión a las “operadoras”. La capacidad de la red era similar, limitando técnicamente el acceso (9), y el precio el de un servicio privado, al alcance de una minoría (¿no nos acordamos de los esfuerzos de la Administración para convencernos de la necesidad, a particulares y empresas, de estar “conectados”?) Ciertamente, no es hasta 2006 cuando la conexión a la red se estabiliza, en números absolutos, en el estado español. En Cuba, es verdad, en 2008 ¿Dos años de diferencia, siendo gratuito en Cuba, dan para el debate? ¡Es Cuba! Siempre hay debate.
Pero en Cuba peor, siempre. ¿Siempre?
La progresión de la “socialización” de esta nueva tecnología a nivel global puede parecer, a primera vista, una forma de establecer “rankings” de desarrollo: países “conectados” y países que están fuera de esta nueva hipermodernidad, la cuarta revolución industrial llegaron a definirla quienes vendían a sueldo esta tecnología en los medios de comunicación de masas “clásicos”, televisión, radio, prensa, etc. Hemos asistido a “campañas” obscenas sobre la necesidad de comprar este electrodoméstico (10).
¿Los intereses y motivaciones son diferentes en Cuba? Evidentemente, cuando un estado tiene una demanda social, la conexión a un servicio (es indiferente que sea internet o el transporte público) la forma en que se gestiona muestra y demuestra la ideología dominante, la hegemonía política en dicho territorio:
- A) Modelo de capitalismo social europeo (aunque, a estas alturas, esta denominación le viene muy grande): Los medios de producción son propiedad del capital privado y el estado se limita a regular jurídicamente (LSSICE) y fácticamente el mercado (a veces y poco) de trabajo, producción y circulación de mercancías y servicios (esa es la clave de la negociación colectiva y no el despido) y los y las ciudadanas compran, si pueden (eso que repulsivamente denominan “poder adquisitivo”) los servicios y las mercancías ofertadas; el hardware a Dell, el software a Microsoft, la conexión a Telefónica y los “servicios” a Google, etc. -los últimos de la cadena, siempre son los más visibles y, por lo tanto, los más vulnerables a la crítica social y a los caprichos del ciclotímico Capital, como se vio en la burbuja punto.com (11).
- B) Modelo de capitalismo neoliberal: Similar al anterior pero con escasa o nula recaudación impositiva y control gubernamental del proceso (12)
- C) Modelo poscapitalista (“a lo cubano”): Regulación democrática del acceso a internet, gratuidad porcentual y selectiva del mismo (13)
Conclusión precipitada.
Si hubiese una potencial situación social, terminemos con un poco de política ficción (14), en la cual, los y las ciudadanas del estado español, tuviésemos que optar entre un precario acceso general y semi-gratuito a internet o el eficiente acceso actual (a una media de 50€/mes) particular y privado, posiblemente, el conflicto de la censura se extendería a nuestro territorio rápidamente (no hemos mencionado el recurrente “canon” ni la estrafalaria Ley Sinde por respeto a la inteligencia). La censura es siempre la excusa que utiliza el capital privado para apropiarse del capital social (15), bajo el capitalismo la exhibicionista libertad de expresión siempre será subalterna de la discreta libertad de empresa. Quienes fomentan, en nombre de la libertad de expresión, la libertad de empresa, proyectan un escenario de privatización del estado y su posterior venta a los, tristemente famosos, “mercados”. No nos estamos jugando la “libertad de expresión”, sino la “propiedad de los medios” y esa batalla tampoco se libra en internet, sino en la POLÍTICA.
NOTAS
(*) El error 503 se genera normalmente ante una sobrecarga del servidor.
(3) Esta definición no es nuestra, y la cogemos prestada de Compolíticas, el grupo que mejor y más claramente está analizando, en gran medida y a nuestro juicio, el desarrollo de la actual economía política de la comunicación.
(4) Recordemos cuando Cesar Alierta insinuaba que habría que cobrar “alquiler” a los buscadores, proveedores de contenidos y servicios por el uso de su soporte: de sus redes de cable. http://www.eitb.com/videos/noticias/tecnologia/detalle/349899/alierta-telefonica-advierte-buscadores-internet-tendran-pagar/. Mientras terminamos de redactar este artículo vuelve a generarse el debate. Según cuenta Miguel A. Noceda, Información privilegiada, en EL PAÍS (24/7/2011. Negocios pp.9): “Las grandes operadoras buscan una solución conjunta para cobrar a Google y a otros proveedores de servicios y contenidos el uso de sus redes”.
(5) En el caso de Cuba, y de otras islas caribeñas, lo más sencillo hubiese sido conectarse a alguna de las existentes en EE.UU, por ejemplo AT&T., que es una de las mayores operadoras de telecomunicaciones del mundo y que “ofrece” sus infraestructuras a numerosos países de Américalatina.
(6) La española GMV y la norteamericana Integral Systems son las principales fabricantes de satélites de comunicaciones a nivel mundial y las telecos y la industria militar sus principales clientes
(7) Utilizando el recurso a la compensación ideológica, el esquema de naturalizar la actuación política a favor de intereses privados como una necesidad del “interés general” (véase la reciente financiación de las entidades bancarias con fondos públicos), se sostiene una campaña de intoxicación sobre la censura en Cuba basada en una sencilla máxima: El estado impide el acceso de la ciudadanía a internet. Pero la pregunta es otra; ¿quién pagaría esa conexión, y quién la ofertaría? La respuesta, sencilla; la pagaría la ciudadanía (ya pueden hacerlo) y la ofertaría la empresa privada. ¿Y el beneficio? Para quienes pagan la campaña “por la libertad de internet en Cuba” y subvencionan a quienes, como Yoani Sánchez, twittean a la velocidad del rayo con sus más de 6.366 comentarios vía SMS a un dólar mensaje.
(8) La compañía británica Cable & Wireless Communications será la encargada de gestionar parte de la infraestructura.
(9) Antes de la firma del convenio Venezuela-Cuba, los cables submarinos, las redes físicas a través de las que se transmite, circulaban a 32 Km del malecón de La Habana y el embargo norteamericano, impedía a las y los ciudadanos cubanos conectarse a esa “red”. Tras la firma del convenio, la Oficina de Intereses Norteamericanos en Cuba ofreció al Gobierno cubano la posibilidad de “utilizar sus redes” -a eso lo llaman diplomacia en la Administración Obama.
(10) Las páginas que no se podían “cargar” en Cuba tampoco se podían cargar aquí, entre ellas la de Amnistía Internacional, página en cuestión que fue una excusa muy utilizada para hablar de censura gubernamental. Como era de esperar, esos mismos medios no han comentado la Protecting Cyberspace as a National Asset Act (Ley de Protección del Ciberespacio como Bien Nacional, PCNAA) que el Congreso norteamericano aprobará, sin conflictos, y que “regula” el acceso y los contenidos de internet en EE.UU. Más info: www.rebelion.org/noticia.php?id=128514
(11) ¿Alguien se imagina, aquí, una campaña institucional similar sobré la necesidad estratégica para el país del uso de la lavadora? En el estado español las campañas públicas para vender internet fueron de las más activas, agresivas e inútiles - en el aspecto ideológico. Basadas en el mito etnológico del “complejo español” de inferioridad respecto a (el resto) “Europa” (los mediáticos países de nuestro entorno) se mantuvo una propaganda de estadísticas comparativas, fundamentalmente financiada por las operadoras de cable (Telefónica) pero también orientada por intereses políticos con un único objetivo, vender un nuevo servicio/producto; el equipo, la instalación y la conexión a una especie de “pantalla total” que sirve para todo -y para nada. El storytelling era, como siempre, simple:1º) El mundo está cambiando, o te adaptas o mueres, 2º) La supervivencia de “tú negocio” (dirigido a autónomos/as y PYMES) está en Internet, 3º) Sólo se encuentra trabajo (por cuenta ajena, asalariado) si estas conectado (el correo electrónico de masas) y eres localizable full time (conectado permanentemente a los publicistas), 4º) Participa en la red (interactivo, concepto vacío que se extendió de tal forma que hasta la televisión presumía de ser interactiva), crea tú propia red (redes sociales) “comunícate” donde y cuando quieras (hiperconectividad, internet en el teléfono móvil) 5º) Libérate de la oficina, trabaja desde casa (Teletrabajo, atomización absoluta de la fuerza de trabajo, ensayada en algunas Administraciones públicas e impuesta en numerosas empresas privadas, pero que finalmente lleva a la doble jornada, o jornada seven-eleven, 24horas) ¿Realmente alguien creía en la liberación del sujeto por la “maquina” dentro del capitalismo?
(12) El estado, a través de ciertas herramientas fiscales, recauda en varias fases del proceso de compra-venta-consumo y al mismo tiempo garantiza los derechos de “libre empresa” y los derechos de “los consumidores”. Por lo general se alcanza, pasado un tiempo: Una “competencia perfecta” (pacto ilegal de precios y tarifas) entre aquellas marcas (grandes trust empresariales) que han conseguido consolidarse en el mercado (oligopolios clásicos) al saber posicionarse (deslocalización y externalización de la producción) abaratando costes (explotando a los y las trabajadoras fuera de la legislación laboral vigente) mejorando sus servicios comerciales (subcontratando o eliminando sus servicios postventa) con altas capacidades de innovación (plagiando, comprando o robando patentes –lo denominan espionaje industrial-) y ofreciendo una imagen de confianza (invirtiendo en publicidad, marketing y campañas de limpieza de imagen). En definitiva, una formula de dominio privado de las relaciones sociales de producción maquillada bajo el espejismo de la justicia distributiva y la ilusión de la democracia electoral-parlamentaria.
(13) Derivadas de ese modelo, dos perversiones: 1ª) Tarifas más competitivas para los y las usuarias, por la competencia agresiva entre proveedores, y “consumidores satisfechos” –la gran batalla de quienes coexisten en la burbuja ofimática/virtual, para las/os que la tarifa plana y la banda ancha son la respuesta tecnofilica a la decadencia del capitalismo- y 2ª) Desregulación absoluta de las relaciones laborales y, en consecuencia, explotación legal de la mano de obra –el paraíso de la CEOE y sus altavoces institucionales-.
(14) Consideración de la infraestructura tecnológica como un medio al servicio del general intellect y de la construcción social de un proyecto colectivo de comunicación, información y cultura socialmente productivo. Objetivamente, “más lento” y “menos personal”, pero también más autosuficiente y mejor redistribuido y menos sometido a la dominación de las multinacionales de las telecomunicaciones.