Continuidades, transformaciones y cambios, 246p
Daniel Lacalle.
Barcelona
ISBN: 84-96356-62-0
Señalaba Marx en el «Prefacio» a la Contribución a la crítica de la economía política que «la anatomía de la sociedad hay que buscarla en la economía política». Poner de relieve la centralidad de las relaciones industriales en la configuración de las sociedades modernas.
Esto es lo que los lectores se encontrarán en este formidable y necesario trabajo de Daniel Lacalle. No es un libro técnico, de lo que se trata es de analizar las relaciones sociales (de producción) en la sociedad española actual. Para ello Lacalle utilizará de forma interdisciplinar la economía y la sociología, la política y la filosofía. Cuando decimos que se están analizando las relaciones sociales, no se quiere decir que se esté hablando de individuos en cuanto a tales (subjetivamente entendidos). Los individuos serán considerados como «personas que son la personificación de categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase». No se puede entender al individuo aislado al margen de la sociedad en la que se desenvuelve. Presentarlo como enajenado de esa sociedad y de sus relaciones – políticas, económicas, productivas, sociales, etc.– es algo tan absurdo como hablar del desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y se comuniquen entre sí.
Precisamente es el estudiar las relaciones que se dan en nuestro sistema productivo actual lo que convierte a este libro en lectura obligatoria. Es en estas donde tiene origen la explotación de este sistema en el que vivimos, el origen de la explotación capitalista. Cada día se pretende imponer más el análisis del mercado para evaluar las realidades económicas políticas y sociales de nuestra sociedad. Esta perspectiva, aunque no se pueda negar su influencia, no propicia más que la mistificación de la realidad, confundir lo aparente con lo esencial. Así, Lacalle, partiendo de forma no escolástica de los desarrollos del materialismo histórico a lo largo de más de un siglo vuelve a ponernos ante la cruda realidad y obliga al lector a replantearse su situación y su responsabilidad. El sistema capitalista no es un orden natural (Rodríguez Zapatero decía en su discurso de investidura de 2004 que el Estado no intervendría en la economía, que ésta estaba regida por «unas leyes naturales»), sino una fase del desarrollo histórico destinada a ser superada justamente por aquello que tienen en común las mercancías, la producción: el trabajo humano.
Para mostrarnoslo, Daniel Lacalle expone sistemáticamente las transformaciones, los cambios y las continuidades de la realidad sociológica de clases en la España del siglo XXI; a través de varios apartados y de los distintos grupos sociales acompañando su explicación con una gran cantidad de detallada documentación que nos permita valorar estos cambios. Comenzará exponiendo la constitución actual del movimiento obrero, del conjunto de los asalariados, a través de los grupos sociales tradicionales pero prestando mayor atención a las particularidades de este en los últimos tiempos: la integración de las mujeres al mercado laboral, la inmigración, los trabajadores intelectuales (de la «cultura», científicos, técnicos, etc.) así como el papel y la configuración del sindicalismo de clase ante los retos actuales.
Sólo mediante el estudio estructural, del análisis de primer grado que Lacalle realiza, puede tomar pleno sentido los capítulos que componen el resto del libro. En la tercera parte se busca hacer una breve y concisa exposición del curso que están tomando las políticas neoliberales y las consecuencias de éstas. De entre los nocivos efectos de las políticas económicas, políticas y sociales cabe destacar el de la precariedad laboral entendida esta – a grandes rasgos – como «inseguridad en el trabajo y, a condición de ello, inseguridad en las condiciones de vida del trabajador, básica, aunque no exclusiva del asalariado». Tal inseguridad aparecería caracterizada por unos ingresos salariales extremadamente bajos en relación al precio de la vida, extensas jornadas de trabajo sumados a una cada vez más alta siniestralidad, deficiencias en las condiciones laborales, falta de derechos laborales legalmente establecidos o que, en la práctica cotidiana, se ven impedidos. En definitivas cuentas, la precariedad laboral y la indefensión laboral son las caras de una misma moneda, resultan inseparables y, lo que es aún más preocupante, necesarias para el equilibro del actual modelo económico y empresarial. Otra serie de aspectos que acompañarían a la precariedad laboral son la alta tasa de temporalidad y el paro, que afecta de especial manera a los nuevos grupos sociales a los que antes hacíamos referencia tales como los inmigrantes y su situación de “sumergidos” (vulgarmente llamado “trabajo negro”), el trabajo a tiempo parcial no deseado, falta de formación, etc… La forma a por la cual se explicita más claramente la precariedad laboral es la ausencia de perspectivas laborales para establecer un proyecto de vida a partir del trabajo. La precariedad es, sin duda alguna, compañera de viaje de la pobreza relativa y absoluta «arraigada en todos los sectores, ramas e industrias de la actividad económica y que afecta a todos sus grupos de trabajadores, en mayor o menor medida, de una u otra forma»
Daniel Lacalle retoma como herramienta de análisis – nunca la ha dejado a lo largo de los más de cuarenta años de investigación entorno a la constitución sociológíca del movimiento obrero y de múltiples publicaciones como, por ejemplo, la revista Argumentos – la sociología de clases como principio organizador del estudio político y social que tiene, sin duda alguna, una capacidad única y que nos ofrece el mejor sistema para dar coherencia y significado a la vasta acumulación de datos que constituyen el registro histórico de nuestra sociedad, es decir, para dar cuenta de los fenómenos del presente. El análisis de clases – muy abandonado por amplias capas de la “intelectualidad de izquierdas” e, incluso, por ciertas corrientes autodenominadas como marxistas – debidamente entendido es una herramienta da valor incomparable. Como se demuestra en este libro (y en los de tantos otros que compondrían una enumeración de autores digna de Homero) las clases existen y, por lo tanto, también la clase trabajadora por mucho que hayan podido cambiar sus modos de vida, de trabajo y su estructura interna. Negar esto supondría negar uno de los aspectos más importantes del análisis de clases, la dialéctica. En palabras del autor «La polarización social es cada vez más aguda, de forma clara en los niveles de renta, modos de vida, pautas culturales, acceso a los bienes esenciales como educación, salud, vivienda, justicia, bienes de consumo (ostentosos y despilfarrados para unos pocos, con la “exclusividad como forma de diferenciación”), acceso y utilización de la democracia política (cada vez más formal, menos participativa, como muestra la consolidación de una así llamada “clase política”, cada vez más blindada frente a los ciudadanos a los que dice representar). De hecho, los extremos de esa polarización social son prácticamente ancien régime, la que se da entre los “exclusivos” y los “excluidos”, que aparece a primera vista, cubriendo la polarización que sigue siendo fundamental, la que se da entre “explotadores” y “explotados”, en la cual está basado el marxismo clásico».
El último apartado – prosiguiendo con el rigor y sistematicidad que caracteriza a Daniel Lacalle en todos sus trabajos – es el planteamiento a grandes rasgos de las perspectivas de futuro, racionalmente construidas sobre el análisis de primer grado del material que se pretende conformar, del movimiento obrero en España y en la comunidad Europea.
La clase obrera en España es de obligada lectura para todas aquellas personas que buscan desentrañar los aspectos constitutivos de la sociedad en la que vive y, una vez que es consciente del lugar que ocupa en la sociedad, en el sistema de producción (cual Oráculo de Delfos moderno), acometer consecuentemente la transformación social, económica y política en un modelo más justo e igualitario.
Carlos González Penalva